jueves, 29 de noviembre de 2007

El Clima se convierte en amenaza

Huracanes que se hacen más frecuentes y poderosos. Sequías e inundaciones que devastan Europa. Fenómenos climáticos propios del hemisferio norte que se insinúan en el sur del planeta. El descongelamiento de los polos. ¿Son hechos aislados o indicios de un cambio climático de consecuencias impredecibles que ya empezó a hacer sentir su rigor? El tema divide la opinión de los especialistas.


Esas acacias que durante años plantó para defenderse del viento yacían vencidas en el piso, rodeadas de un paisaje de devastación: techos volados, calles destruidas, barrios inundados. Luz López, que desde hace diez años vive en la costa atlántica del Uruguay nunca había visto nada igual. Los vecinos más antiguos de Maldonado, Rocha y Montevideo van más lejos. Hablan del temporal más potente de los últimos 40 años en la región y los especialistas aportan sus datos técnicos para describirlo: vientos de 187 kilómetros por hora y un saldo trágico de 10 muertos y más de 30.000.000 de dólares en pérdidas económicas. En lo que no se ponen de acuerdo es en un punto: ¿se trató de un episodio normal aunque de mayor intensidad que lo habitual para esta época del año o es otro de los indicios de un cambio climático que ya se está haciendo sentir en el mundo y cuyas consecuencias son impredecibles?Mientras el huracán Katrina deja miles de muertos a su paso por Nueva Orléans y los Pirineos dividen, en Europa, una zona castigada por las sequías de otra vapuleada por inundaciones, el debate entre los especialistas gana fuerza. Para algunos no caben dudas de la existencia de una relación entre cada uno de estos episodios y el calentamiento del planeta. Otros creen que hacer esa aseveración es, por lo menos, apresurado. Y entienden que muchos de estos fenómenos pueden ser considerados normales para esta época del año y para cada región, aún cuando registren mayores intensidades y dejen más secuelas.Los eventos renuevan también interrogantes en distintos puntos del mundo en torno a la falta de eficacia de las políticas de prevención y de respuesta vigentes frente a siniestros de estas magnitudes. E instalan con fuerza una nueva preocupación: si estos fenómenos estuvieran vinculados efectivamente a un cambio climático, ¿de qué cosas habría que prevenirse en los próximos años y cómo, teniendo en cuenta que aún cuando hoy mismo dejaran de emitirse gases que contribuyen al efecto invernadero a la atmósfera quedan todavía siete años de inercia en los que no podría detenerse el efecto de los contaminantes ya emitidos?

El Cambio Climático

La Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMCC) define el cambio climático como: “Un cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante periodos de tiempo comparables”. A su vez distingue entre ‘cambio climático’ atribuido a actividades humanas que alteran la composición atmosférica y ‘variabilidad climática’ atribuida a causas naturales.
En 2001, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), dependiente de la ONU y creado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), publicó un informe en el que confirmaba el aumento de la temperatura del planeta más de 0,6 ºC durante el siglo XX. Un estudio de 2004 confirmó que esta subida fue alrededor de 1ºC en el Ártico. Se avisaba en el informe de que este cambio climático global tendrá enormes repercusiones a escala planetaria, como: mayores inundaciones y sequías en todo el mundo; el deshielo de los glaciares polares y alpinos, que provocará la subida del nivel del mar y el anegamiento de zonas costeras; el aumento de la temperatura media de los océanos, o el empobrecimiento de la biodiversidad.
Entre las causas que generan esta alteración climática destacaban en el mencionado informe el incremento de la concentración de gases efecto invernadero en la atmósfera terrestre, como las emisiones de dióxido de carbono (CO2) por la quema de combustibles fósiles (entre otros motivos), de metano proveniente de la agricultura y de clorofluorocarbonos o CFC, que atacan la capa de ozono, y ello ocurre en parte debido a la deforestación. También aludían al aumento de las erupciones volcánicas y la mayor frecuencia del fenómeno de El Niño, que cambian la cantidad de energía solar que alcanza la Tierra, o al smog urbano, entre otras variadas y numerosas causas.
Conocida la problemática y habiéndose realizado diversos estudios técnicos que la confirmaban, en febrero de 2005 entró en vigor el Protocolo de Kioto aprobado tras la Cumbre de Río, y que todavía no ha sido ratificado por algunos países desarrollados. Este protocolo analizaba el cambio climático y establecía la reducción mundial de las emisiones de gases de efecto invernadero, pero puso en evidencia los conflictos de intereses entre los distintos países y cómo la actividad humana contribuye sustancialmente a ese cambio climático.

Devuelven a la vida microorganismos que estaban congelados bajo el hielo de la Antártica

Este logro plantea la posibilidad de que el cambio climático pueda liberar bacterias y virus extinguidos


Virus y bacterias de entre 100.000 y ocho millones de años de antigüedad que permanecían bajo el hielo de la Antártica han vuelto a la vida tras un laborioso proceso de descongelación. Los responsables de este logro, que demuestra la longevidad y la capacidad de resistencia de la vida, han sido científicos de la Universidad de Rutgers (EE.UU.). Estos expertos se plantean ahora la posibilidad de que el cambio climático pueda liberar bacterias y virus extinguidos.
El equipo investigador de Rutgers extrajo bloques helados de un glaciar del valle de Beacon que contenía muestras de hace miles de millones de años. Una vez en el laboratorio, se procedió a derretir el hielo con lentitud y protegiéndolo de la posible contaminación exterior. Con los nutrientes y la temperatura adecuada, los virus y bacterias que permanecían en el bloque reanudaron su actividad.
En sólo siete días, los microorganismos más jóvenes, de 100.000 años, habían crecido y multiplicado con rapidez. Las muestras más antiguas también crecieron, pero a un ritmo más lento.
¿Amenaza para la salud?
Todo el proceso se realizó de forma controlada en el laboratorio. Pero los científicos no descartan que este mismo proceso pueda repetirse de forma natural si el aumento de las temperaturas favorece el deshielo de los polos.
Los responsables de la investigación no ven en los virus y bacterias congeladas una nueva amenaza para la salud humana. Los microorganismos marinos son menos dañinos que los terrestres. Además, recuerdan que el hielo de la Antártica llega al mar constantemente y ese flujo continuado de microorganismos no ha supuesto, hasta la fecha, un mayor riesgo para la aparición de enfermedades e infecciones.